¿Como agregar valor a los egresados de la Educación superior?
A partir del conocimiento de las brechas vinculadas a déficits de competencias (básicas, genéricas y técnicas) que los alumnos de pregrado evidencian en su vida universitaria, se encuentra abierta una vasta discusión y análisis para proponer iniciativas que permitan reducir las distancias entre las condiciones de entrada esperables, en relación a aquellas que efectivamente demuestran.
Hay muchos estudios y propuestas vinculadas a la identificación de cuáles son las competencias básicas o fundamentales; como así también, existen propuestas que sugieren que las casas de estudio superior realicen esfuerzos para aminorar los vacíos existentes, lo que en la mayoría de los casos, está en marcha hace varios años; y que no necesariamente se centra en el aprendizaje de meta competencias imprescindibles para el futuro que estamos transitando.
Es así que teniendo a la vista las características y condiciones de los jóvenes que son sus alumnos, efectivamente han generado y desarrollado propuestas para atender sus necesidades; por tanto esta reflexión no busca referirse a la existencia o no de una propuesta; sino al detalle de cómo ésta se implementa y evalúa.
Competencias
De acuerdo a la definición de la Fundación Chile, “Competencia es la capacidad para satisfacer exitosamente una demanda compleja o llevar a cabo una tarea o actividad exitosamente, en un contexto particular, a través de la movilización de recursos (incluyendo aspectos tanto cognitivos como no cognitivos)”
“Corresponde a las aptitudes, conocimientos y destrezas necesarias para cumplir exitosamente las actividades que componen una función laboral, según estándares (normas) definidos por el sector productivo”.
Esto considera Saber, Saber Hacer, Saber Ser: Información, teoría; destrezas técnicas y habilidades conductuales. Tres tipos de competencias que son complementarias, interdependientes; aunque no siempre son lineales o sucesivas.
Esto porque hay diferencias entre las personas en la forma como aprenden. Determinar cuál o cuáles son las particularidades de cada individuo respecto de cómo alcanza nuevos aprendizajes y considerarlo en la metodología hace la diferencia.
Aprender a aprender
En la tarea de alinear el perfil de los egresados con la demanda, reconociendo conocimientos y experiencia previa, se requiere desarrollar y fortalecer las destrezas para “aprender a aprender” (competencias ontológicas)”
Para avanzar en pos de estos desafíos se requiere mantener en la mirada un conjunto de competencias que den cuenta de la vastedad de la persona, para facilitar un proceso de aprendizaje, integral y continuo que sea efectivo.
Para ello es necesario tener en cuenta como aprendemos las personas.
Hoy día existen muchos modelos a nivel de formación técnica, de certificación de competencias laborales, de capacitación para la empresa que se acercan a una propuesta vinculada significativamente al desarrollo de una metodología que involucre ámbitos de aprendizaje del ser humano impensados hasta hace unos años atrás solamente. Ellos son el Habla, mejor conocido, y sobre el cual se ha sustentado preferentemente la enseñanza a nivel mundial; el cuerpo, menos incorporado; y el emocionar humano, un ámbito para el cual la mayoría de los docentes no se encuentra preparado.
En estos tres dominios del aprendizaje se expresan y desarrollan las competencias. Son los tres territorios en los que se genera el aprendizaje.
Las mal llamadas competencias blandas son la base que genera contexto, actitud, predisposición para cualquier aprendizaje, de cualquier ámbito; y sin embargo, a pesar que siempre se encuentra presente en el discurso, muchas veces se descuida tanto en la focalización como en la pertinencia metodológica.
Para ser eficientes en aprender, la metodología es fundamental: la generación de contexto que integre todos los ámbitos de la persona: cuerpo- emoción-lenguaje; favorece significativamente los procesos y garantiza el resultado.
Competencias genéricas
La generación de habilidades conductuales o competencias genéricas en alumnos de pregrado favorece el desarrollo de capacidades para la adaptación, la comunicación efectiva y por tanto de relaciones más estables; y por tanto también favorecerá en los egresados la adecuación y estabilización de sus propios contextos emocionales, que se encuentran a la base de todos sus aprendizajes, más rápidamente en los escenarios laborales.
En síntesis, esta propuesta se centra en:
- Desarrollar un programa que deje instaladas habilidades, técnicas y prácticas, para emprender nuevos saberes y/o aprendizajes de segundo orden en las personas: aprender a aprender y aprender a desaprender.
- Generar un diseño adecuado a cada grupo en específico y con una metodología pertinente, a fin de incluir permanentemente estrategias que considere las diferencias colectivas e individuales en la forma como las personas alcanzan aprendizajes nuevos y complejos.
- Habilitar a los estudiantes en identificar la propia emocionalidad, y cómo opera en tiempo real, para adquirir la competencia de gestionar asertivamente sus emociones y su bien estar y bien convivir.
Aprender a aprender es una competencia ontológica fundamental a la que se requiere dedicar un esfuerzo que se encuentre a la altura de los desafíos actuales de la educación superior.
Facilitar el alcance de estos nuevos saberes, “oportunamente” en los alumnos de pregrado surge como una necesidad fundamental para establecer las bases sólidas de procesos de aprendizaje continuo, que generen como producto, profesionales conectados con su propia plasticidad en el aprender y en la colaboración con otros.